Forever now.

Y justo cuando partes por tu camino, te giras y me besas.
Y piensas que así las cosas sanan, que las cosas se perdonan y que todo lo que pensaste o hiciste una vez, desaparece como si jamás hubiera existido.
Pero aquí te aseguro que te equivocas, porque todo el dolor que causaste no se olvida con un simple beso.
Abro la boca y no precisamente para besarte, si no para recordarte que me has perdido.
Y esta vez para siempre.

Stop the madness.

Y qué crees, ¿qué a mí no me dolió?
Si acaso tienes alguna duda ya te contesto yo: Sí. Me dolió igual e incluso más que a ti. Y sin embargo ahí me tenías, con los recuerdos apretándome y estallando en mi conciencia, y yo haciéndote sentir tan querido como nunca te has merecido.

It will be forever.

Y la verdad es que ni él ni trescientos como él llegarán a llegarme tanto como me llegaste tú. Aunque quizás la diferencia no esté en ti si no en mi. O quizá ni eso. A lo mejor es sencillamente el sentimiento que un día tuve por ti. Amor.

Aunque lo puedes llamar enamoramiento 

o autodestrucción. 

Ambos valen.

Tú siempre fuiste tú.

Hay momentos y personas que te marcan, que te calan y te llegan al mismísimo alma. No por la grandeza que tengan sino por sus palabras, por tus emociones y por los sentimientos que estas te provocan. Porque… ¿para qué vamos a intentar ocultarlo? Somos personas y sentimos. Tanto para bien como para mal, sentimos, y siempre deberíamos sentirnos orgullosos de ello. Sin ocultar lo que queremos o lo que somos, sencillamente mostrándonos. Sin escrúpulos, sin miedos… Pero para ello siempre tiene que haber una parte que nos escuche, que nos comprenda, que nos valore y nos haga sentir queridos… Y aunque no es fácil encontrarla tenemos que intentarlo.

Y tú, tú siempre has sido una de ellas.