El amor existe.

A fin de cuentas, el amor existe.

Hay solo sexo.
Hay solo interés.
Hay solo obsesión.

Pero también hay solo amor. 
Y al final, todos aspiramos a lo mismo. Al amor.
La diferencia entre unos y otros es que no todos estamos dispuestos a esperar, a arriesgar, a ganar, a perder.

No todos estamos dispuestos a jugárnosla a todo o nada.

Pero eso ya no.

Las cosas que llegan tarde no es sólo que estén desfasadas, es que están mal. No sólo por su momento, sino por su intención. Porque es la intención la que se nos quedó caduca. Y nos recuerda lo que sentimos y ya no está vivo. Lo que fuimos y jamás volveremos a ser. Porque volveremos a ser otra cosa. Pero eso ya no.

-Risto Mejide.

A ti.

A ti. Sí, sí. A ti.

A ti, que te hice prisionero de mis noches sin merecértelo.
A ti, que te he odiado como a nadie.
A ti, que te he querido tanto que hasta lloré.
A ti, que te he amado tanto que hasta sangré.
A ti, que te he pensado tanto que hasta te olvidé.

Porque no todos son tú.

Nunca actúes conforme a ti te gusta que actuaran contigo. Actúa porque sí, porque tú quieres, porque te sale. Actúa sin depender de cómo actuarían los demás. Porque el error es querer que actúen como tú actuarías, el error es querer que se te devuelva lo mismo que das. 

Efectivamente, ahí está el error.

En querer de los demás lo que tú les das a ellos. 

Y no puedes pedir eso. 

Porque no todos tienen el  mismo corazón que tú.

Y nada más.

Y de pronto llegará alguien que baile contigo aunque no le guste bailar y lo haga porque es contigo y nada más.