Yo misma soy consciente de que no soy lo típico que se puede observar cuando vas caminando por la calle. No me gusta autodefinirme, yo sólo sé que me gusta vestir de negro, quizás porque sea el color que mejor me describe por dentro. Me gustan cosas que a nadie le interesan. Me gusta pensar, comerme la cabeza con las cosas más absurdas que nadie haya podido pensar jamás, y le tengo odio absoluto a las drogas y al alcohol.
En cuanto al amor… mentiría si diría que no me gusta. Lo que odio son las personas que no tienen cojones a enfrentarse a él.
Te
aseguro que puedes elegir a cada una de las chicas que te besa los labios,
cada una de esas chicas que pasa por tu cama, por tu sofá, por tu escritorio y
hasta por tu bañera, pero si hay algo que siempre he tenido claro contigo y
conmigo es que jamás podrás llegar a controlar, ni siquiera a elegir a aquella
que te pase por el corazón.
A esa que de la noche a la mañana trastoque todos los planes que tienes para
ti, para tu vida, para tu mierda de vida; a esa que te pise el
corazón, que lo patalee, que lo destruya, que te hiera tanto que
hasta tú mismo te mires al espejo y no seas capaz de reconocer a una cara
tan demacrada y unos ojos tan dañados.
Pero antes de terminar, debes saber algo: y
es que alguien antes ha estado igual por ti,
aunque tú nunca fuiste capaz de verlo.
Siempre se
tiende a esperar más de las personas que quieres que de las que no te importan
nada en absoluto,
así que si algún día te exigí más de lo que me podías dar, perdóname.
Pero ahora
quiero que sepas que si yo te lo pedía era porque confiaba en ti, porque
además de esperar mucho más de ti, te esperaba, te anhelaba, y lo más importante...