Cuando empiezas a rodearte de
gente que realmente merece la pena, es cuando te das cuenta de lo que jamás
volverías a tolerar en una persona, en una relación, en un momento. Es justo
ahí cuando te das cuenta de que las cosas no merecen un precio o una etiqueta.
Las cosas merece la pena vivirlas, sentirlas.
Plenamente. Sin tapujos.
Plenamente. Sin tapujos.