Es verdad que nadie ha muerto de amor, pero a veces duele
tanto que crees que puedes ser la primera persona en hacerlo. Entonces llega
uno de los días más tristes y a la vez más bonitos que una persona puede vivir.
Te despiertas y ya no tienes ganas de llorar, el nudo en el estómago, que
ahogaba las mariposas, ha desparecido, y puedes hablar de lo que viviste sin
que se te nuble la vista ni se te olviden las palabras.
Pese a eso, pese a que esa persona ya no esté en tu vida y parezca una
desconocida aún estando al lado, ya nunca podrás olvidarla o quizás si, y cada
vez que la veas, tal vez, el corazón te dará un golpe en el pecho, dejándote
sin respiración por un segundo, recordándote todo lo que fue y todo lo que fuisteis.
Todo pasa por algo y ese algo pasará.
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